Textos Celestinos

Textos cristianos para enriquecer tu vida

El Cura de Ars: Sobre la Santa Misa (mp3)

Sermón del Santo Cura de Ars en mp3 (para escuchar): Sobre la Santa Misa.

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El cura de Ars: Sobre la tibieza (mp3)

Sermón del Santo Cura de Ars en mp3 (para escuchar): Sobre la tibieza.

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Vida de Fray Junípero. Capítulo IV

Cómo fray Junípero daba a los pobres cuanto podía por amor de Dios.

Era tanta la piedad y compasión de fray Junípero para con los pobres, que cuando veía alguno mal vestido o desnudo, inmediatamente se quitaba la túnica o la capilla del hábito y se la daba; así es que el Guardián le mandó por santa obediencia que no diese a ninguno toda la túnica, ni parte del hábito.
Sucedió de allí a pocos días que encontró un pobre casi desnudo, el cual le pidió limosna por amor de Dios, y él le dijo con mucha compasión:
-- No tengo nada que pueda darte si no es la túnica, y me ha mandado el Superior que no la dé a nadie, ni parte del hábito; pero si tú me la quitas de encima, yo no te lo impido.
No lo dijo a un sordo, pues en un instante se la quitó el pobre y se marchó con ella, dejando despojado a fray Junípero. Cuando éste volvió al convento, le preguntaron por la túnica, y respondió:
-- Una buena persona me la quitó de encima y se fue con ella.
Crecía en él la virtud de la misericordia, y no se contentaba con dar la túnica, sino que cuanto le venía a las manos, libros, ornamentos, mantos, todo lo daba a los pobres. Por eso los frailes no dejaban las cosas en público, porque fray Junípero lo daba todo por amor y alabanza de Dios.
En alabanza de Jesucristo y del pobrecillo Francisco. Amén.

Vida de Fray Junípero. Capítulo III

Cómo por artificio del demonio fue condenado a la horca fray Junípero

Quiso una vez el demonio mover escándalo y persecución contra fray Junípero, y se fue a un cruelísimo tirano, llamado Nicolás, que a la sazón estaba en guerra con la ciudad de Viterbo, y le dijo:
-- Señor, guarda bien tu castillo, porque ha de llegar aquí muy pronto un gran traidor, mandado por los de Viterbo para matarte y prenderle fuego. En prueba de ello te doy estas señas: viene como un pobrecillo, con los vestidos del todo rotos y remendados, y la capucha rasgada y vuelta hacia la espalda; trae una lezna para matarte y un eslabón para poner fuego al castillo. Si no resulta verdad, dame el castigo que quieras.

Vida de Fray Junípero. Capítulo II

Ejemplo del grande poder de fray Junípero contra el demonio

No podían sufrir los demonios la pureza, inocencia y humildad profunda de fray Junípero, como se ve por el siguiente caso:
En cierta ocasión un endemoniado se echó fuera del camino, con mucha agitación y contra su costumbre, y huyó repentina y velozmente, recorriendo en diferentes direcciones siete millas. Siguiéronle sus parientes con mucho sentimiento, y cuando le alcanzaron le preguntaron por qué había huido con tanto furor.

Vida de Fray Junípero. Capítulo I

Cómo cortó una pata a un cerdo, sólo por dársela a un enfermo

Uno de los primeros y más escogidos discípulos y compañeros de San Francisco fue fray Junípero, hombre de profunda humildad y de gran caridad y fervor. De él dijo una vez San Francisco a sus santos compañeros:
-- Será buen fraile Menor aquel que se haya vencido a sí y al mundo como fray Junípero.
En una ocasión, en Santa María de los Angeles, fue a visitar, encendido todo en caridad divina, a un fraile enfermo, y le preguntó con mucha compasión:
-- ¿Podría yo hacerte algún servicio?
-- Mucho consuelo me darías -le respondió- si pudieras hacerme con una pata de cerdo.
-- Déjalo de mi cuenta -dijo al instante fray Junípero-, que inmediatamente la encontraré.

Marchó, y se hizo con un cuchillo, creo que en la cocina; salió con mucho fervor al bosque donde comían unos cerdos, y echándose a uno, le cortó una pata y huyó, dejándolo con el pie cortado. De vuelta ya en el convento, lavó, arregló y coció la pata, y después de aderezarla muy diligentemente, se la llevó al enfermo con mucha caridad. El enfermo la comió con avidez, no sin mucho consuelo y alegría de fray Junípero, el cual, para contentarlo más, le refería, muy gozoso, todas las circunstancias del asalto que había dado al cerdo.

El cura de Ars: Sobre la restitución

Sermones de San Juan Bta. Maria Vianney
Domingo vigesimosegundo después de Pentecostés.


Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari; et quae sunt Dei, Deo.
Dad, pues, al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios.
(S. Mateo, XXII, 21.)

 
Nada más justo ni más razonable que dar a Dios lo que es de Dios, y al prójimo lo que le es debido. Si todos los cristianos siguiesen este camino, ninguno de ellos se contaría entre los moradores del infierno; todos poblarían el cielo. Quisiera Dios, nos dice el gran San Hilario, que nunca los hombres perdiesen de vista este precepto. Mas ¡cuantos lo tienen por no escrito! Pasan su vida engañando a uno y robando a otro. Nada más común que las injusticias, nada más raro que las restituciones. Mucha razón tenia el profeta Oseas al afirmar que la injusticia y el latrocinio cubrían la faz de la tierra, cual el diluvio que asolo el universo (Os., IV, 2.). Desgraciadamente, los culpables abundan tanto como las personas que no quieren reconocerse tales. ¡Dios mío! ¡Cuantos ladrones nos revelara la muerte! Para convenceros de ello, voy ahora a mostraros: 1.º Que nunca aprovechan las riquezas mal adquiridas; 2.° De cuantas maneras podéis perjudicar al prójimo; 3.° De que manera y a quien debéis restituir lo que no os pertenece.
 
1.-Es tanta nuestra ceguera, que pasarnos la vida buscando y atesorando unos bienes que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, habremos de perder, mientras no dejamos escapar aquellos que podríamos conservar durante toda la eternidad. Las riquezas de este mundo solo desprecio merecen a los ojos de un cristiano, y, en cambio, nosotros no hacemos mas que correr tras ellas. Muy insensato es el hombre al obrar de una manera tan abiertamente contraria al fin por el cual Dios lo creó.